Votando por el candidato del vecino

Quedan varios meses para las elecciones presidenciales, el ambiente político (y por qué no el ambiente en general) se empieza a revolucionar con el quehacer de los candidatos y mientras más se acerca la fecha más se repite una pregunta que bastante gente le hace a sus amigos, familiares o quien sea: ¿por quién vas a votar?

Tal vez es mera curiosidad para muchas personas, pero en general me da la impresión que bastante gente se cuestiona por quién van a votar ellos y parecen buscar la respuesta averiguando por quién va a votar el vecino.

Mal.

Siempre he tenido la idea de que este Chile es un país muy mediocre en cuanto al compromiso de la gente con su política y eso parece reflejarse con fidelidad en la manera en que escoge a sus gobernantes, y es que a menudo me parece que el grueso de la población, o al menos una parte importante, vota por el candidato que ellos creen que va a ganar, en vez de votar por el candidato que los representa o que representa el rumbo con que ellos esperarían que se dirigiera el país (plop).

Supongo que por lo mismo no es una casualidad que en las encuestas de intención de voto siempre se listen 3 preguntas claves y muy diferentes:

1. ¿Quién le gustaría que fuera presidente?
2. ¿Quién cree que va a ganar la elección?
3. ¿Por quién votaría usted?

Lo triste, y quizás sorprendente para algunos, es que las respuestas a esas preguntas no siempre parecen ser coherentes. ¿A qué me refiero con esto? bajo el supuesto de que cada ciudadano es consciente del rumbo que desea para su nación y también de la opción que preferiría como gobierno, las preguntas 1 y 3 deberían tener la misma respuesta. No obstante la práctica nos muestra que las cosas son muy distintas.

Los resultados de encuestas como la CEP reflejan que en realidad las personas no suelen votar por quién les gustaría que fuera presidente, sino que tienden a votar por el candidato que ellos creen que va a resultar vencedor y en mi opinión esto pasa por un error de fondo en la forma en que las personas interpretan su derecho a votar.

MUY a menudo cuando la gente me pregunta por quién voy a votar, luego de responder, la acotación clásica es ‘para que votar por ese si no va a ganar, eso es un voto perdido‘.

¿Voto perdido? (también denominado efecto del voto útil)

Me parece que no ir a votar es un voto perdido. Por el contrario, votar por alguien que te representa, incluso si no crees que va a ganar, es un acto de divulgación de los deseos de un grupo, en el que se da a conocer una intecionalidad seria de parte de la población. Un ejemplo simple es el 20% de apoyo que obtuvo Marco Enríquez Ominami (MEO) en las elecciones presidenciales del 2010, donde quedó expresa la falta de identificación de un quinto de la población con cualquiera de las otras opciones.

Hay muchas excusas para no votar por quien me gustaría que fuera presidente, siendo la más común eso de elegir al menos malo, para evitar que sea electo otro de los candidatos, sin embargo esta postura también me parece muy cuestionable.

Votar por el menos malo suponiendo que mi real opción no saldría electa no es una postura sostenible en el tiempo, conduce directamente a un sistema bipartidista en el que se privilegia evitar que salga el otro candidato por sobre la elección de un proyecto de gobierno que represente los deseos de los votantes.

A pesar de que podría citarse la estabilidad social como un beneficio de esto, ciertamente el bipartidismo es el equivalente político de un monopolio. Se reduce el pluralismo de opiniones, se concentran las visiones e intereses en un único foco y se le resta importancia a los temas de interés de las minorías.

Sinceramente creo muchas personas no alcanzan a comprender es que votar no es una competencia y tampoco alcanzan a entender la responsabilidad que cada uno tiene cuando vota.

No se vota para ganar, tampoco se vota porque estoy obligado o porque lo hacen todos, se vota para escoger lo que cada uno cree que es mejor para el país y eso no necesariamente es lo que el vecino cree que es lo mejor para el país.